17 mar 2008

Rescoldos

En los rescoldos de este imperio que se hunde,
restallan tres disparos buscando un corazón,
es la carne vuelta pólvora,
es la luna medio llena,
es la muerte ensangrentada.

Se despereza una sonrisa en el asfalto,
pero esta soledad que me abruma
sólo muestra los dientes de una fiera,
y no hay caballo que me aleje
ni muros que me protejan.

Tal vez necesite una palabra,
algo más, un conjuro silencioso,
para aterrar a la Parca y su guadaña,
o esconderme bajo un manto negro
para que venga la noche
y no me vea.

En los rescoldos de este imperio que se hunde,
no hay silencio escondido en la maleza,
tan sólo dos fogatas que me miran,
tan sólo una lágrima que me deja
tan solo.

Y renace el dios en que no creo,
empapado de farola y vino tinto,
ofreciendo en su seno una respuesta
que no responde a mis preguntas de alma rota
ni al ladrido de los perros que, conmigo,
aúllan cada noche a las estrellas.

En los rescoldos del imperio que se hunde
se abrasa el temporal de mis palabras,
y el obsceno brillar de las pupilas
de los lobos que domestican la noche
me alumbra en los portales en que duermo.

En los rescoldos de ése imperio que se hunde
y, a pesar de todo, permanece,
se suicidan las certezas que yo tuve
y descubro en el vaho de los cristales
las mentiras del frío que creía
que con el tiempo y mi piel no me afectaba.

En los rescoldos del imperio que me hunde,
descalabro el rumor de mis palabras,
que se rompen en añicos al tocarlas
el silencio infantil de aquel imperio
de rescoldos de mi vida que se hunden.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realidad cruda y descreimiento. Hace poco me dijeron que el verso libre es el más difícil. También el más bonito porque los tuyos son preciosos. Un abrazo.