10 may 2010

Morituri

De nuevo me encontró la nochemala
pintando mis poemas negro luto,
perdí yo veintiún gramos, peso bruto,
con el sonido infame de una bala.

Y tras vencer las sombras de la sala
se hundió en un sueño azul mi cuerpo enjuto,
y estuve siete horas y un minuto
colgando cisnes muertos por un ala.

Cubrió mi cuerpo una amplia telaraña
tapando incluso el miedo tan rastrero
del dedo que temblaba en el gatillo.

La Parca afiló dientes y guadaña,
y mi alma se escondió en el agujero
del vil metal ardiendo de un casquillo.

1 comentario:

Antonio J. Pérez Liñán dijo...

vengo con dos monedas por ojos
que otros dias vieron musas.
Saludos.