27 nov 2011

Un adiós azul

Afilo las esquinas del carné
huyendo de la ausencia y del regreso,
y el pálido alcanfor de cada beso
da vueltas y se ahoga en mi café.

Y preso de la herida de un porqué
y el triste adiós azul que dejo impreso,
con este rechinar de hierro y hueso
auspicio mala sangre a mala fe.

Tal vez más fácil sea no olvidar,
vestirse cada noche con el mismo
esmoquin de gastada piel desnuda

y no huir de estas ganas de llorar
dejando atrás el frágil espejismo
de un alma que blasfema y pide ayuda.

1 comentario:

Stewart dijo...

A veces la rutina y su querencia
ahoga tanto o más que la anaconda,
no huyas, ni lo intentes, no te escondas,
la vida ya ha firmado tu sentencia.

Que inútil es mostrar la impertinencia
de armarse de valor contra la hedionda
rutina y no aceptar parada y fonda,
qué inutil es mostrar la disidencia.

Mas, ¡Ay! del que se sienta en la colina
dejándose ganar por la rutina
sin presentar batalla en dura lid.

Si el eco de la voz de la costumbre
es Goliat, no seas muchedumbre,
el arma está en tus manos, sé David.