Al poeta, escritor, mentor, maestro y amigo
Néstor Ramírez Gómez.
Hasta siempre, Trazada, nunca te olvidaré.
Al fin se abrió el paraguas, cayó el cielo,
y un verso se deshizo en los rosales,
las flores se creían inmortales
y ahora sólo pueden guardar duelo.
Están las letras en huelga de celo,
se fueron sus trazadas tan carnales,
siquiera los feroces animales
olvidan las lecciones del abuelo.
Al hombre que le debo lo que soy,
los huérfanos apócrifos del hoy,
cantamos un adiós triste y profundo.
Se callan los susurros en la oreja,
Erato va de luto y sin pareja,
el mundo sin él hoy es menos mundo.