Suena un golpe.
Azrael no tiene alas y un cielo descuidado cae a pulso sobre el barrio;
es la hora de Israfil.
Contenemos la respiración y contamos:
Wahid, Iznaan, Zalaaza, Arba'a, Jamsa.
El mundo acaba y algo duro se estrella contra el suelo.
Mana la sangre mientras llueven exclamaciones e interrogantes.
¿Acaso soy invisible?
¿No escuchas mi miedo? ¿No sientes mi terror?
Hace años yo soñaba, y ahora hasta los sueños nos quitaron,
los redujeron a escombros
a fuego,
a humo,
a aire,
a nada.
Mi piedra es terrorista y tu tanque es libertario.
¿Y mis sueños? ¿Qué eran mis sueños?
Ya nadie los recuerda.
Tú construiste los muros mientras llorábamos el foso,
y aprendíamos que hay niños que valen más que otros.
¿Cómo puedes bañarte en el agua que nos robas?
Esta noche dormiré entre los cascotes
y tus sábanas, manchadas de mi sangre,
no tendrán memoria de lo que destiñen.
Solo del Este llegan caricias,
tu muro es el silencio hasta que algo se nos rompe
y vuelves
a decirnos
que somos los malos.
Mis amigos son terroristas. Los tuyos, libertarios.
Para cuatro grandes del cine que nos dejan.
Sara Montiel, Mariví Bilbao, José Juan Bigas Luna y mi admirado Jesús Franco
La Parca y la fama hacen buenas migas,
actrices de la misma peli muda,
estar muerta no premia, pero ayuda,
a las divas les sobran las amigas.
Se rueda y no hay un plano en que nos sigas,
se apaga el ojo negro que desnuda,
se baja ya el telón; nadie saluda,
fundido a negro y fin, firmado Bigas.
Los zombis se levantan de sus fosas,
filmando a su salud cuadros obscenos...
Su herencia no la guarda ningún banco.
Dejásteis por rodar las mismas cosas,
adiós, sólo nos queda echar de menos.
Sarita, Mariví, Luna y Jesse Franco
-¿Cómo están ustedes? -Tristes
-¿Cómo están ustedes? -Solos
Thanatos juega a los bolos
Con las risas y los chistes,
Y ahora que tú ya no existes
cuando siempre has existido
hay un hueco ensombrecido
en el centro de la pista
donde llora el trapecista
y el humor ya no hace ruido.
Con la risa en el desván
Y el recuerdo en los bolsillos,
Los mayores más chiquillos
ya jamás olvidarán
A Miliki y a Leblanc
que enseñaron con un guiño
que quizás para este niño
medio viejo, medio vago
Ser payaso es un halago.
Os recuerdo con cariño.
Oficio de difuntos para Ray Bradbury y Manuel Preciado,
dos talentos tan dispares y tan grandes
que jamás pensé que cupieran
en las mismas líneas
Sin las crónicas marcianas
de un descenso hacia el infierno,
"Bienvenidos a lo eterno"
redoblaban las campanas.
Nos dejasteis con las ganas
a mayores y pequeños
de más juego y más diseños;
hoy el árbitro decreta
que se acaba el ser poeta
en la tierra de los sueños.
Expiró su pasaporte
a la champions del futuro,
escribiendo un hueco oscuro
en las letras y el deporte,
ya no habrá nadie que corte
el ataque acelerado
de este Tánatos airado
que no entiende nuestra herida
al forzarnos a una vida
sin Ray Bradbury y Preciado.
¡Qué Enrique! ¡Qué persona! ¡Qué Morente!
¡Qué lágrima flamenca de alma en vena!
Los cantos se nos mueren de la pena
de andar con una ausencia en el ambiente.
Se fue con el cariño de la gente,
llegó con su flamenco en luna llena,
despega, don Enrique, de la arena,
las playas de Granada dan al frente.
Oírte en tu cantar, verte y no verte,
son formas de ahuyentar la mala muerte
que viene a silenciar la bulería.
Que no cese tu cante jondo y puro,
Lo bueno de morirse es que el futuro
no puede echar por tierra tu alegría.
Hasta siempre, maestro. Te dedico mi entrada nº 200.
Aterriza como puedas que la muerte va con prisa por llevarse a tus amantes, angelito de la risa. Aunque nunca ganó un oscar su humor bien vale una misa así que antes de borrarnos de la cara esta sonrisa, aterriza como puedas angelito de la risa.
Vaya mierda de epitafio, vaya ripio tosco y llano, ¿Quién me vende un buen poema para un genio tan humano? tan artista de comedia, tan bufón americano, ¿Quién nos queda tras de ti, gran actor de pelo cano? Vaya mierda de epitafio Para un genio tan humano
Hay del imperio austro-húngaro a Valencia caminos donde van republicanos cogiendo de naranjos y manzanos las frutas de aquel árbol de la ciencia
que nos plantó con su humilde presencia, un viejo que prendió en nuestras manos la guerra antigua, moros y cristianos, Señor, perdónele la impertinencia.
Después de tanto tiempo bajo el yugo, las sombras de su cine tan canalla, aún siguen con un as bajo la manga.
No pudo ni escaparse del verdugo, ¿Qué va a ser de nuestra gran pantalla sin luces, sin Buñuel y sin Berlanga?
Décimas a la muerte de una de las perlas del entretenimiento deportivo en España. Hasta siempre, Andrés Montes.
Tiki-taka en las alturas, el jugón del diccionario se llevó su comentario a otras canchas más oscuras. Nos dejó sin sus locuras y llorando su partida, no hay más prórroga en la vida. Cogió el árbitro su pito, se acabó el “jogo bonito”, comenzó la despedida.
En el micro sigue vivo su fragor, casi canción, es la nana del balón del humor televisivo. Que en el cielo deportivo cantes mil colas de vaca mientras el mejor ataca entre los dos horizontes. Hasta siempre, Andrés Montes, tiki-taka, tiki-taka.