28 may 2008

Raining Out

"Es que es algo tan triste el color del invierno
sobre los charcos de mi ciudad.
Las calles mojadas brillan mucho y no huelen..."
Juan Pardo (Campos de Remesar)


El tictac de los relojes me desmonta,
y desaparezco por las calles mojadas,
permanezco solamente
en unos labios incendiados y una mano que sostiene un pitillo
el resto de mí es mentira
o no vale la pena.

Me disuelvo entre el humo y no logro ser
ni los rayos de este sol de invierno
ni un retazo de campanas al vuelo
ni siquiera el sueño que creí vivir.

Soy
un latido de reloj,
una palabra perdida en un viejo diccionario,
una patraña que traiciona
las esperanzas que estrellé en los muros del nido
cuando quise echarlo abajo.

Me rebelo contra la ingravidez de mi espíritu,
perdiendo de antemano una vez más,
mientras la ciudad atardece entre el gentío y la lluvia
y mi último cigarrillo naufraga en un charco
que no huele, y si huele,
huele a rana.

Me faltan caladas para ser más yo
y ya nadie me vende un pedazo de mí mismo.

Ya no me queda humo, no me queda sol,
queda un reloj que se lleva mis trozos
con cada tictac de la lluvia en las aceras.

5 may 2008

Chuqueles de Graná (3/3)

Granada, miércoles rojo,
con traje de sevillana,
su bata de cola cae
por las piernas de la Alhambra

Granada luna moruna
Granada cruces cristianas
rumor de sangre califa
en jueves de caña y tapas

revive a García Lorca
riendo versos y lana
y los viernes atardecen
mientras una mora baila.

En sábado el albayzín
viste su blanco de gala
recita poemas árabes
de Boabdil a Soraya.

Y cae la noche nochera
entre el humo y las palabras
van aullando en los andenes
los chuqueles de Granada.

4 may 2008

Chuqueles de Graná (2/3)

Granada nace roja
de sangre abencerraje.
Granada nace alba,
de fachadas de Granada.

Luego, atardece.

Se cubren las alcazabas
de noche que noche nochera,

Y al nevar las primaveras
del algodón que se consume
en crepitar de fuego vándalo,
la ciudad revive en lágrimas finas
las llaves de manos moras,
las llaves de manos blancas,
las llaves de aquellas puertas
que no supieron cerrarse a la luna.

Los almófares vistieron
la luna de luna lunera.

Las cuevas del sacromonte
albergan una candil de albahaca
que aroma la noche mora
de danzas de humo de shisha
y lloros de té caliente
de mil y una noche escritas
en posos plañideros.

Que en la última noche oscura
se marcha la marcha marchita.

Y quedan en la estación
cinco aullidos miserables
de chuqueles de Granada.

Chuqueles de Graná (1/3)

Valencia, Almansa, Albacete,
rumbo al sur bajo la luna
galopando cual jinete
entre campos de aceituna,

atravieso Andalucía
en la noche apuñalada
por el filo de las vías
que unen a las dos Españas.

Fuimos perros sin dueño,
soñadores sin sueño,
ansiosos por quemar
las noches de 'Graná',
aullándole en manada
a la luna ensangrentada,
sueltos por la ciudad,
seis chuqueles sin collar.

Nos sobraron las canciones
al gastarnos las palabras
asustando a los leones
de los patios de la Alhambra,

que gruñían como cerdos
masticando las miradas
para ser buenos recuerdos
de los perros de Granada,

y subidos a la luna
escalando la alcazaba
nos vio la noche moruna
conquistando a las muchachas

que reían primaveras
descubriéndonos el oro
de sacar de las chisteras
sonrisas que son tesoros.

Fuimos perros sin dueño,
soñadores sin sueño,
locos por incordiar
a las gentes del lugar,
aullándole en manada
a la luna encarnizada,
sueltos y sin bozal,
seis chuqueles de 'Graná'.

"Uruguayos", "Gondoliere",
"Who rock bar", "Reventa'ero",
teterías, ¿Qué más quieres?
"telepizza", "El bulero",

Teriyaki, hamburguesa,
carne en salsa, carbonara,
empapados en cerveza,
¡Cuánta tapa por la cara!

"Friky-friky", plaza nueva,
albayzín, "García Lorca",
Sacromonte y las cuevas
que bailaban danzas moras.

Ladrando contra el Olvido,
casanovas con sombrero,
perros viejos convertidos
a la cultura del tapeo.

Fuimos perros sin dueño,
soñadores sin sueño,
ansiosos por quemar
las calles de 'Graná'
aullándole en manada
a la luna encarnizada,
sueltos y sin bozal,
seis chuqueles de 'Graná'.

Y al caer la noche en vela
desveló la madrugada
un adiós de lentejuelas,
tristezas disimuladas...

Repicaron despedidas
campanarios de silencio
al abrirse una herida
entre el grupo y el viajero,

Que quedaron entre andenes
prefiriendo gritar nada,
aullándole a los trenes,
los chuqueles de Granada.