¡Qué Enrique! ¡Qué persona! ¡Qué Morente!
¡Qué lágrima flamenca de alma en vena!
Los cantos se nos mueren de la pena
de andar con una ausencia en el ambiente.
Se fue con el cariño de la gente,
llegó con su flamenco en luna llena,
despega, don Enrique, de la arena,
las playas de Granada dan al frente.
Oírte en tu cantar, verte y no verte,
son formas de ahuyentar la mala muerte
que viene a silenciar la bulería.
Que no cese tu cante jondo y puro,
Lo bueno de morirse es que el futuro
no puede echar por tierra tu alegría.
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