Sonetos epistolares
Stewart:
Aquí podréis leer nuevos sonetos
que irán con un enlace hacia otras rimas,
leedlas previamente y luego encima,
ponedle mis cuartetos y tercetos.
No sé si original, pero parece
que al menos la experiencia es divertida,
empieza como un juego esta partida,
a ver cómo termina. A ver si crece.
Pasen y vean este epistolario,
que es tan formal y tan estrafalario.
correos de ida y vuelta en el respeto
Lo cierto es que Caronte, aquí mi socio,
resulta ser un hacha en el negocio
tan poco lucrativo del soneto.
Caronte:
Me sigue anonadando, caro amico,
la inmensa habilidad de que haces gala
yo que trabajo siempre a pico y pala
y sudo tinta china sobre el pico
para sacar un verso en abanico
y siempre acaba haciendo rima mala,
y tú, que en tu soneto se acicala,
el verso sucesivo más "bonico"
Me quedo yo a la luna de Valencia
pasmando entre tus versos y la luna,
y a ver cómo termina, a ver si crece.
Haré con nuestra gran correspondencia
en las aguas de mi oscura laguna
La entrada más extensa, lo merece.
Stewart
A ver cómo lo hacemos, mi deseo
es ponerme en contacto en otros medios,
lo que me obliga ya sin más remedio
a pedirte tus señas de correo.
A Google dí tu nombre y tu apellido,
el sólo me dejó una enorme lista
con datos de un bisoño futbolista
y un plan de acción quebrado y malherido.
El tema es el siguiente, se me ocurre:
(que a veces mi cabeza va y discurre)
¿merecen nuestras letras todo un blog?
Si piensas, como yo, que es un buen trato,
envíame un correo con tus datos,
aqui estaré, mirándome el reloj.
Caronte
¿Merece nuestro verbo un blog entero
de muros decorados de anaqueles?
¿Un blog donde colgarnos los laureles
del rítmico correo sonetero?
Lo creo, así que coge un lapicero
y apunta en un rincón de los papeles
ferissas-barrabaja-jotaesele
arroba hotmail punto com-pañero.
Me puedes encontrar casi a diario,
pasando a limpio versos y mentiras
en cuanto el locutorio abre sus puertas.
ya me impaciento con nuestro inventario
de versos de Valencia hasta Algeciras,
Ya sueño y a ver cómo me despiertas.
A medida que van pasando años
Stewart:
A medida que van pasando años
se llevan las maletas más cargadas,
es fácil que no nos sorprenda nada,
y queramos huir de desengaños.
A medida que van saliendo canas,
se van dejando atrás los sueños vanos,
se van entristeciendo los veranos
es fácil despertarse en la desgana.
A medida que nos hacemos viejos
miramos con más odio los espejos
que nos infectan cada cicatriz
Lo suyo es escaparse del rebaño,
para entender lo que nos hace daño,
y vivir cada año más feliz.
Caronte:
Lo cierto es que el espejo no perdona,
que los relojes queman donde escuece,
y es más el tiempo de lo que parece
marcándonos como un líbero en zona.
Cualquier día en la vida tan cabrona
es, a medida que nos envejece,
igual que un anodino martes trece
que nos va arrellanando en la poltrona.
La réplica, cuando la vida muerde,
es ser un viejecito golfo y verde
que aun cree en la gracia de las tonterías.
Tocarle el culo a la suerte indigesta,
y si pierdes algún día tu apuesta
en contra de la vida, que te rías.
Stewart:
Compañero Caronte, ¡Qué fortuna
que vengas a mi cuchitril coqueto!
Y si encima me escribes un soneto,
mi trastero se vuelve tu Laguna.
¡Menudo honor, en serio. No es secreto
que en esta cara inculta de la Luna,
el verso se atraganta si en ayunas
se lo das a probar a los catetos.
Se salvan, compañero de la quema,
tus versos, tus palabras, tus poemas.
Harás diana siempre que dispares.
Amigo de las redes internautas,
propongo que sigamos esta pauta
y hagamos "Sonetos Epistolares".
Caronte:
Acepto amigo mío yo este reto,
sumándome al esfuerzo literario
de dar luz al patrón epistolario
con la cadencia innata del soneto.
Lo haré lo bien que pueda, lo prometo,
mas junto a ti parezco yo un becario,
quizás deba buscarme otro adversario
más flojo y no este rey del alfabeto.
Primero fueron Góngora y Quevedo,
más tarde Fito Páez y Sabina,
ahora van Stewart y Caronte.
Mas eso sí, la daga del aedo
la haremos roma con "Buenrrollitina",
yo soy un aprendiz, tu un mastodonte.
Stewart:
Confieso que tu aire de Sabina
me tuvo a tu bitácora abonado,
y ahora que en mi casa estás sentado,
ya sabes, métete hasta la cocina.
Y ahora que está el hielo destrozado,
y que he tomado la "Buenrrollitina"
confieso que los dedos me patinan
sacándole estos ripios al teclado.
Dan vértigo los grandes puestos juntos:
Fito, Sabina, Góngora, Quevedo...
Y tu nombre y mi nombre en esa lista.
Lo cierto que que a esta hora me pregunto
si puede más un "quiero" que un "no puedo",
y me respondo "Sí", dime optimista.
I prefer it real
Caronte:
Prefiero a Miss Cualquiera que a la Rita,
mejor, orgasmo sucio que fingido,
prefiero carne y hueso que imprimido,
mejor, la Pachamama que Afrodita.
Prefiero colegiala que Lolita,
mejor, desnuda que con el vestido,
prefiero amor a un siglo compartido,
prefiero fea y sexy que bonita.
Mejor, muñeca hinchable que la Nancy,
y oyendo tangos de Gardel y Manzi,
prefiero Buenos Aires a París.
Prefiero mucho y mal a bien y poco,
mejor, porno casero que el de Rocco,
Mejor, la mujer que los maniquís.
Stewart:
Es lógico y normal, amigo mío,
que elijas cualquier cosa antes que a Rita,
la Barbi de Valencia da grimita,
me dan, de imaginarlo, escalofríos.
Del resto de los temas que prefieres,
qué quieres que te diga, te comprendo,
Las flores del amor nos van haciendo
permeables a todos los placeres.
En cambio, compañero, me rebelo,
por no decir me tiro de los pelos,
leyendo "mucho y mal a bien y poco"
Los años me enseñaron, y la vida,
la cura que te cura cada herida:
Hacerlo mucho y bien, como los locos.
Caronte:
¡Mi madre! dios me salve de esa Rita
te juro que en la "Jeiguorz" yo pensaba
le sobra tripa, cara y mala baba,
a la alcaldesa, yo antes voy con Chita.
Hacerlo mucho y bien... gloria bendita,
más pasa lo que ayer no me pasaba,
la musa que hace tiempo me velaba
me deja ahora a dos velas y sin guita.
Carajo, pues qué quieres que te diga,
va a ser que cuando la miseria obliga
te vale poco y mal antes que nada.
tú tienes suerte, yo tengo complejo,
los años no me enseñan, me hacen viejo,
"like a Rolling Stone" de mi barriada.
Stewart:
Los años, caro amico, como dices,
enseñan y hacen viejo, dos por uno,
y en el momento más inoportuno
te emborronan la piel con cicatrices
A eso me refiero, a que es ahora,
cuando hay que atar la musa a nuestro lado,
para evitarle penas al teclado
que huérfano de dedos gime y llora.
El caso es que elegir lo que se oferta,
sin ver al otro lado de la puerta,
es buscarse un destino burdo y zafio.
Lo suyo es enfrentarse a la miseria,
que te pinta la vida dura y seria.
Cerrar con suspensivos tu epitafio.
Reina de diamantes
Caronte:
¿Y cómo va a latir un corazón
vestido, como el tuyo, de esmeraldas?
Desnúdalo si quieres ver tus faldas
perlando el suelo de mi habitación.
Yo esquivo cada golpe de talón
y vivo amando libre a tus espaldas,
tú, presa en un palacio de guirnaldas,
jamás entenderás esta pasión.
Tus lágrimas espejan maniquíes
que por pezones tienen dos rubíes,
y en vez de piel canela, porcelana.
Lo siento, quiero un beso verdadero,
no damas que cabalguen con sombrero,
no busco reina, quiero cortesana.
Stewart:
Amigo, yo en las artes amatorias,
en usos y costumbres pasionales
tambien prefiero pálpitos reales,
real de realeza: esta es mi historia.
Mi cortesana siempre fue princesa,
ya sé que suena cursi, pero miento
si digo lo contrario a lo que siento:
tras doce años viene y me embelesa.
Y ahora para colmo, la muchacha,
que deshace mi cama, me despeina,
me abraza, me consuela y me cobija
su título se arranca, va y lo tacha,
y se viste por dentro como reina,
porque ahora la princesa es nuestra hija.
A Enrique Morente (In memoriam)
Stewart:
Tu voz, tan grande y pura, tan gigante,
tus manos, tan crispadas y tu frente,
hoy sienten una fuerza diferente...
el cielo estará allí donde tú cantes.
La Torre de la Vela a media asta,
Granada mira al cielo para oírte,
¡qué mala idea, Enrique, esta de irte!
a buen entendedor tu duende basta.
Que se callen los llantos, que hable el sabio,
que está con un "quejío" entre los labios.
Los que quieran llorarte que se esperen.
¡Qué genio, qué fusión, qué buena gente!
no se le olvide a usted señor Morente
que los viejos flamencos nunca mueren.
Caronte:
¡Qué Enrique! ¡Qué persona! ¡Qué Morente!
¡Qué lágrima flamenca de alma en vena!
Los cantos se nos mueren de la pena
de andar con una ausencia en el ambiente.
Se fue con el cariño de la gente,
llegó con su flamenco en luna llena,
despega, don Enrique, de la arena,
las playas de Granada dan al frente.
Oírte en tu cantar, verte y no verte,
son formas de ahuyentar la mala muerte
que viene a silenciar la bulería.
Que no cese tu cante jondo y puro,
Lo bueno de morirse es que el futuro
no puede echar por tierra tu alegría.
1 comentario:
me sabe mal meterme enmedio de vuestro têtê a têtê pero os debo un aplauso
B
Publicar un comentario