Dicen que el pasado
tan solo trae fantasmas,
y polillas que danzan y que huelen
a blanco hueso y naftalina.
Nadie me dijo que el pasado
podía traer también dos soles
negros como la noche negra,
y cinco dedos tan delgados
que parecen cuerdecitas de guitarra
aprendiendo los acordes
de una nana.
Dicen que el pasado es cementerio
de recuerdos crisantemos
y lápidas de nombres conocidos.
Nadie dijo nunca que el pasado
trae memorias de barro y rododendros,
convertidas en montañas diminutas
que caben, casi, casi, entremezcladas
en el cuenco ausentado de mis besos.
Dicen que el futuro es la sorpresa.
Nadie dijo que el pasado
tuviera arrebujada la mayor de ellas,
entre sábanas fucsias de princesas,
y la cuna de las lunas que faltaban por
bordar.