Y un año y medio después...
finalmente acabo esta extraña trilogía.
Verás la luz
de un día dulce y nuevo
de un día dulce y nuevo
cruzar tu cuarto
para enredarse juguetonamente
a los pies de tu cama.
Pero en el raro caleidoscopio
de las virtudes grises de mi ausencia,
las formas que te acunan cada noche
te dirán que no son mis manos
las que pintan en tu piel la suavidad.
Verás el cielo
para enredarse juguetonamente
a los pies de tu cama.
Pero en el raro caleidoscopio
de las virtudes grises de mi ausencia,
las formas que te acunan cada noche
te dirán que no son mis manos
las que pintan en tu piel la suavidad.
Verás el cielo
teñirse cada noche
de negro mate.
Pero en la esquina sin tinta ni sangre
no se pintará en tonos pastel
ese beso desmedido,
ni el suspiro desvestido,
ni el amor renacentista
que tiña de espectros cromáticos
esa oscura alma tan tuya.
Verás colores,
mezclados y brillantes,
entre tus piernas,
aún no sabes que sin la franca calidez
que tomaban tus heridas en mis dedos,
y en la siguiente oración tuya
no estarán escuchándote mis caricias,
sino otras más violentas y más dulces,
que te lleven a otro orgasmo distinto, diferente,
pero nunca al mismo.
Verás mil cosas,
cosas que no verías
jamás conmigo.
Y tal vez te sean suficientes
para hacerte creer que me olvidaste,
sin que sepas que aún habito ahí, en tus sueños.
Verás mi sombra una noche junto a tu cama,
pero será,
solo será, mal que te pese,
una sombra.