Defiéndannos, excelencias,
de las botas que marchitan el asfalto,
de las alas que se llevan nuestros techos
y la mierda que manchaba las banderas.
Defendednos, compañeros,
de ese ruido de los sables y los humos,
de los libros que caminan en silencio,
y la impúdica indemnidad de la mentira.
Defendednos todas juntas,
de los muertos que robaron el futuro,
de los nudos que asfixiaban al progreso,
y las botas a medida en nuestros cuellos.
Defendednos y nosotros
en las calles, en las urnas, en el alma,
gritaremos, lucharemos, venceremos,
para, unidas, defender que se podía.