Hay un horizonte
de montañas desnudas,
y un camino abierto en canal,
lleno de noches sin luna
y sueños de lobo.
Y aunque el cierzo muerda
y el terror amague con tragar sin escupir,
sé que debo romper raíces
y caminar.
Que al fondo del paisaje,
en la negrura total del punto muerto
de lo más profundo del horizonte,
me espera esa luz sacra y blasfema,
hija del ángel y el demonio;
Luz bendita de mi vida.
¡Luz, dame las fuerzas necesarias!
¡Dame tu sueño! ¡Dame tu beso!
Dame lo justo para llegar,
aunque sea con mi último aliento
a quemarme los ojos con tu brillo.