Se trata de abrir dos alas como cuchillos
para rajar las nubes y meter distancia
entre yo y una rutina
disfrazada de peatón.
Cortar el cielo y ser un dios como una casa
en la casa de los dioses,
un Olimpo miserable de demiurgos olvidados
que mendigan un pedazo
de nuestra irreverente compasión.
Se trata de dormirse camino a la luna,
y despertar entre tres soles ambarinos
uno entre olas,
otro desnudo,
y un tercero abandonado
a la luna de un cristal.
Se trata de vencer las prohibiciones,
de enterrar la ciencia antigua
a la sombra de un manzano
y ser un cierzo aventurero
que se rompe a medio camino de un sur salvaje.
Se trata de ser libre,
saltar por encima de la aurora
y tal vez volar.
28 ago 2008
16 ago 2008
No son focos o sol, son sólo fósforos
Por lo pronto, compongo con honor
los monólogos por todos los foros,
corroboro, no clono como loros,
yo los obro con polvo y con dolor.
No sollozo, como otros, por folclor,
por dos votos robots con tontos coros,
no provoco ojos rojos con dos lloros,
los controlo, los gozo con color.
Los forofos son bobos, son monótonos,
sólo ronco, son como cloroformo,
no soporto los bobos con condón.
No propongo los tomos como horóscopos
no los compro, yo los monto o los formo,
sólo yo solo. Yo solo con ron.
los monólogos por todos los foros,
corroboro, no clono como loros,
yo los obro con polvo y con dolor.
No sollozo, como otros, por folclor,
por dos votos robots con tontos coros,
no provoco ojos rojos con dos lloros,
los controlo, los gozo con color.
Los forofos son bobos, son monótonos,
sólo ronco, son como cloroformo,
no soporto los bobos con condón.
No propongo los tomos como horóscopos
no los compro, yo los monto o los formo,
sólo yo solo. Yo solo con ron.
15 ago 2008
Me muero de sed
Amanece y las olas
Se han cansado de mí
Despierto confuso
¿Qué coño hago aquí?
un mordisco en el cuello,
no recuerdo quien fue,
aún me queda en los dedos
el verso de una mujer,
y tengo los labios
perladitos de arena
juraría que anoche
besé una sirena.
Quizá fueras tú...
No puedo pensar...
Me quema la luz...
Me muero de sed...
me quema la luz...
y yo ya no sé
si estoy de resaca
o me he vuelto un vampiro
¿Donde está mi ataúd?
De tanto beber...
Dejé de olvidar...
Volví solo a casa
y la luna me dijo
"Te invito a soñar"
¿Dónde he dejado tus besos?
¿Dónde estaba mi hogar?
No sé dónde me encuentro,
éste no es mi portal.
Me emborracha la noche,
me mata el despertar,
los perros en los balcones
me escuchaban aullar.
Y ladramos a coro,
y se incendió la ciudad,
de un caer de luceros
y de estrellas de mar,
que me vieron bebiendo
vodka y ron con la luna.
Si no estaba borracho,
tú no estabas desnuda.
Soy un duende del parque
¿Quien me trajo a la orilla?
¿Dónde está esa sirena
que se me postró de rodillas?
Ya no sé qué pasó...
¿Qué hago a orillas del mar?...
¿Quién escribió esta canción?...
Me muero de sed...
me quema la luz...
y yo ya no sé
si estoy de resaca
o me he vuelto un vampiro
¿Donde está mi ataúd?
De tanto beber...
Dejé de olvidar...
Volví solo a casa
y la luna me dijo
"Te invito a soñar"
Tal vez estaba borracho,
tal vez soñaba contigo,
pero tienes el pelo mojado,
y a mí me sobra colmillo.
y tengo los labios
perladitos de arena
juraría que anoche
besé una sirena.
Quizá fueras tú...
No puedo pensar...
Me quema la luz...
Me muero de sed...
me quema la luz...
y yo ya no sé
si estoy de resaca
o me he vuelto un vampiro
¿Donde está mi ataúd?
De tanto beber...
Dejé de olvidar...
Volví solo a casa
y la luna me dijo
"Te invito a soñar"
Se han cansado de mí
Despierto confuso
¿Qué coño hago aquí?
un mordisco en el cuello,
no recuerdo quien fue,
aún me queda en los dedos
el verso de una mujer,
y tengo los labios
perladitos de arena
juraría que anoche
besé una sirena.
Quizá fueras tú...
No puedo pensar...
Me quema la luz...
Me muero de sed...
me quema la luz...
y yo ya no sé
si estoy de resaca
o me he vuelto un vampiro
¿Donde está mi ataúd?
De tanto beber...
Dejé de olvidar...
Volví solo a casa
y la luna me dijo
"Te invito a soñar"
¿Dónde he dejado tus besos?
¿Dónde estaba mi hogar?
No sé dónde me encuentro,
éste no es mi portal.
Me emborracha la noche,
me mata el despertar,
los perros en los balcones
me escuchaban aullar.
Y ladramos a coro,
y se incendió la ciudad,
de un caer de luceros
y de estrellas de mar,
que me vieron bebiendo
vodka y ron con la luna.
Si no estaba borracho,
tú no estabas desnuda.
Soy un duende del parque
¿Quien me trajo a la orilla?
¿Dónde está esa sirena
que se me postró de rodillas?
Ya no sé qué pasó...
¿Qué hago a orillas del mar?...
¿Quién escribió esta canción?...
Me muero de sed...
me quema la luz...
y yo ya no sé
si estoy de resaca
o me he vuelto un vampiro
¿Donde está mi ataúd?
De tanto beber...
Dejé de olvidar...
Volví solo a casa
y la luna me dijo
"Te invito a soñar"
Tal vez estaba borracho,
tal vez soñaba contigo,
pero tienes el pelo mojado,
y a mí me sobra colmillo.
y tengo los labios
perladitos de arena
juraría que anoche
besé una sirena.
Quizá fueras tú...
No puedo pensar...
Me quema la luz...
Me muero de sed...
me quema la luz...
y yo ya no sé
si estoy de resaca
o me he vuelto un vampiro
¿Donde está mi ataúd?
De tanto beber...
Dejé de olvidar...
Volví solo a casa
y la luna me dijo
"Te invito a soñar"
14 ago 2008
Un, dos, tres, cuatro, hamza
El sol brilla con tal fuerza en la parte izquierda del rostro, que obliga a entrecerrar el ojo, acobardado de los rayos del astro rey. Los pasos se suceden. Paso, paso, bote de pelota. Un crío corre calle arriba y un adulto le sigue, sonriendo. “Vamos allá”, una calle, otra calle, “calle Pintor Tusset”, “¿Sabes? Cuando jugaba al futbito en el colegio, al pasar por esta calle, me agachaba a tocar el asfalto para que me diera suerte”. El niño se agacha y toca el asfalto, y el joven adulto está tentado de hacer lo mismo.
Dos cuerpos pasan las puertas jalonadas de setos. Sigue el camino de baldosas amarillas, Dorothy, que te espera el mago de Oz. Y el mago de Oz es un crack con la camiseta de Zidane. “¿Qué tal, Jacky?”, “¿Hay partido?”. “¿Juega tu sobrino? ¡Kaká!”, “¡Aarón, ven aquí, que juegas conmigo!”, “¡Bieeen!”, “¿Cuántos somos?”, “¿Hamza-hamza?”. “Hamza-hamza”.
El balón sale del centro del campo. Un pie lo para, pase atrás, recorte, en profundidad, para, atrás, regatea, pasa, chut, fuera, “Ay… mamaverga… ¿Cómo fallas eso?”. “¡Aquí, aquí!”, “¡Cambia toda, Jacky!”. Jacky desobedece, porque el niño se desmarca y busca la banda en silencio. El balón sale raso, fuerte y en diagonal hacia él. La detiene, lejos de un defensa que se ha dado cuenta muy tarde. Le entra, pero el pequeño ha visto la jugada, la devuelve al centro y su tío la recibe. “Chufa, chufa”. El balón se estrella en el palo, la jugada parece salvada, pero de la nada aparece el pequeño Kaká, demuestra sangre fría, detiene el esférico, mira al portero y por su mente infantil sólo cruza un pensamiento, que se reduce poco a poco al único espacio donde el portero no va a llegar.
Golpea. El balón se cuela y el crío salta y grita sonriendo. Se abraza con su tío y vuelven corriendo a su campo, un gol no es nada, y ahora el otro equipo tiene que sacar.
Llegan más valientes, el balón salta de un pie a otro pie, tacón, exterior, punta… “¿De cuánto es el equipo?”, “¡Hamza-hamza!”, “Un, dos, tres, cuatro, hamza, ya estamos ¡Hay nuevo equipo! ¡Dos goles!”
Dos goles. El campo se transforma y de la nada surgen gradas atestadas, focos, cámaras de televisión, reporteros, periodistas, palco de honor y comentaristas. Surgen entrenadores que no dicen nada porque el equipo juega como ha de hacerlo, o eso creen ellos. Ya no son Dani y Andrés y Milton y Aarón, son Henry y Güiza y Raúl y Kaká. Y con ellos juegan Gallas, Zidane, Leyva, Zambrotta, Villa, Mutu, Ronaldinho, Eto’o… y Jacky, no olvidemos a Jacky que es el Sergio Ramos del equipo, que nunca marcará como Dani, ni regateará como Make, ni tendrá la clase de Cruz, pero nadie le echa más pelotas.
Pase, regate, más pase, intercepción, recorte, sube la banda, pase al centro, despeje, control, chut desde fuera, balón rozando el palo, “¡Uuuuuyyyy!”. Otra vez. Y más pases, más regates, más carreras, más entradas, más caños, más de todo… torsos desnudos, cubiertos de sudor, pantalones cortos empapados en gloria y cansancio. Gol, gol, gol… “¡Siguiente!”
Un, dos, tres, cuatro, hamza, “¿hamza-hamza, eh?”, ya se puede empezar. “Joder, Eto’o, qué malo que eres…”, “¡Cubrid a Cruz!”, “Cuida’o con Make”…
Y la tarde sigue, y el sol se derrama por el campo de fútbol sala, se cuece el fútbol en cada pie que acaricia la pelota. Gol, gol, gol… “Hamza-hamza”, despeje hacia lo alto, el balón atraviesa el cielo y hiere de muerte a la tarde, que agoniza mientras el balón continúa resbalando por el suelo.
Rugido, tronío, ¿voz de Dios?, No, sólo megafonía. “¿Ya son las ocho y media? Ahora enseguida nos vamos, Aarón.”. “Vayan saliendo, se van a cerrar las puertas del parque”, se va haciendo tarde y los más tempraneros se marchan. Sólo quedan dos equipos, hamza-hamza. El reloj sigue contando, un par de partidos más y ya son las nueve. “Venga, hasta otra”, “¿Bajas mañana?”, “No puedo, me voy de la ciudad.”, “Coño, ¿Dónde?”.
Hora de las despedidas, no me gusta, pero no queda más remedio, Jonathan se lo debe a Jacky, ese personaje que tan bien juega al fútbol y tanto bueno le ha dado a su creador.
“Venga, vámonos, Aarón… ¿Vendrás solo, cuando yo me vaya?”, “Si me deja la yaya…”.
Aún una pregunta queda en mi mente. ¿Cuánto hemos quedado?, ah, claro… Hamza-hamza… ¡Cómo no!
Oh, joder, ¡Cómo os voy a echar de menos!
Dos cuerpos pasan las puertas jalonadas de setos. Sigue el camino de baldosas amarillas, Dorothy, que te espera el mago de Oz. Y el mago de Oz es un crack con la camiseta de Zidane. “¿Qué tal, Jacky?”, “¿Hay partido?”. “¿Juega tu sobrino? ¡Kaká!”, “¡Aarón, ven aquí, que juegas conmigo!”, “¡Bieeen!”, “¿Cuántos somos?”, “¿Hamza-hamza?”. “Hamza-hamza”.
El balón sale del centro del campo. Un pie lo para, pase atrás, recorte, en profundidad, para, atrás, regatea, pasa, chut, fuera, “Ay… mamaverga… ¿Cómo fallas eso?”. “¡Aquí, aquí!”, “¡Cambia toda, Jacky!”. Jacky desobedece, porque el niño se desmarca y busca la banda en silencio. El balón sale raso, fuerte y en diagonal hacia él. La detiene, lejos de un defensa que se ha dado cuenta muy tarde. Le entra, pero el pequeño ha visto la jugada, la devuelve al centro y su tío la recibe. “Chufa, chufa”. El balón se estrella en el palo, la jugada parece salvada, pero de la nada aparece el pequeño Kaká, demuestra sangre fría, detiene el esférico, mira al portero y por su mente infantil sólo cruza un pensamiento, que se reduce poco a poco al único espacio donde el portero no va a llegar.
Golpea. El balón se cuela y el crío salta y grita sonriendo. Se abraza con su tío y vuelven corriendo a su campo, un gol no es nada, y ahora el otro equipo tiene que sacar.
Llegan más valientes, el balón salta de un pie a otro pie, tacón, exterior, punta… “¿De cuánto es el equipo?”, “¡Hamza-hamza!”, “Un, dos, tres, cuatro, hamza, ya estamos ¡Hay nuevo equipo! ¡Dos goles!”
Dos goles. El campo se transforma y de la nada surgen gradas atestadas, focos, cámaras de televisión, reporteros, periodistas, palco de honor y comentaristas. Surgen entrenadores que no dicen nada porque el equipo juega como ha de hacerlo, o eso creen ellos. Ya no son Dani y Andrés y Milton y Aarón, son Henry y Güiza y Raúl y Kaká. Y con ellos juegan Gallas, Zidane, Leyva, Zambrotta, Villa, Mutu, Ronaldinho, Eto’o… y Jacky, no olvidemos a Jacky que es el Sergio Ramos del equipo, que nunca marcará como Dani, ni regateará como Make, ni tendrá la clase de Cruz, pero nadie le echa más pelotas.
Pase, regate, más pase, intercepción, recorte, sube la banda, pase al centro, despeje, control, chut desde fuera, balón rozando el palo, “¡Uuuuuyyyy!”. Otra vez. Y más pases, más regates, más carreras, más entradas, más caños, más de todo… torsos desnudos, cubiertos de sudor, pantalones cortos empapados en gloria y cansancio. Gol, gol, gol… “¡Siguiente!”
Un, dos, tres, cuatro, hamza, “¿hamza-hamza, eh?”, ya se puede empezar. “Joder, Eto’o, qué malo que eres…”, “¡Cubrid a Cruz!”, “Cuida’o con Make”…
Y la tarde sigue, y el sol se derrama por el campo de fútbol sala, se cuece el fútbol en cada pie que acaricia la pelota. Gol, gol, gol… “Hamza-hamza”, despeje hacia lo alto, el balón atraviesa el cielo y hiere de muerte a la tarde, que agoniza mientras el balón continúa resbalando por el suelo.
Rugido, tronío, ¿voz de Dios?, No, sólo megafonía. “¿Ya son las ocho y media? Ahora enseguida nos vamos, Aarón.”. “Vayan saliendo, se van a cerrar las puertas del parque”, se va haciendo tarde y los más tempraneros se marchan. Sólo quedan dos equipos, hamza-hamza. El reloj sigue contando, un par de partidos más y ya son las nueve. “Venga, hasta otra”, “¿Bajas mañana?”, “No puedo, me voy de la ciudad.”, “Coño, ¿Dónde?”.
Hora de las despedidas, no me gusta, pero no queda más remedio, Jonathan se lo debe a Jacky, ese personaje que tan bien juega al fútbol y tanto bueno le ha dado a su creador.
“Venga, vámonos, Aarón… ¿Vendrás solo, cuando yo me vaya?”, “Si me deja la yaya…”.
Aún una pregunta queda en mi mente. ¿Cuánto hemos quedado?, ah, claro… Hamza-hamza… ¡Cómo no!
Oh, joder, ¡Cómo os voy a echar de menos!
8 ago 2008
Seres enclenques
el endeble que desee verme ennegrecer... ¡Never!
El que pretende verme en el estrés,
el que se bebe el semen del gerente,
el que deteste ver quererse gente,
el que se cree en el Everest.
Peleles, que les den de tres en tres,
eh, mequetrefe, éste es el presente
en el que vence el que es gente decente,
el referente, el best-seller del mes.
En este set, tendré que ser el Féderer,
desde el retrete, ese ser demente
cree merecer vencerme en este Edén.
El que desee que me frene, déjese,
que este rebelde hereje es, de repente,
el que de vez en vez vence este tren.
El que pretende verme en el estrés,
el que se bebe el semen del gerente,
el que deteste ver quererse gente,
el que se cree en el Everest.
Peleles, que les den de tres en tres,
eh, mequetrefe, éste es el presente
en el que vence el que es gente decente,
el referente, el best-seller del mes.
En este set, tendré que ser el Féderer,
desde el retrete, ese ser demente
cree merecer vencerme en este Edén.
El que desee que me frene, déjese,
que este rebelde hereje es, de repente,
el que de vez en vez vence este tren.
3 ago 2008
Batalla
Balas macabras, lanzadas a dar,
matan al alba las almas cansadas,
la Parca arrastra más las carcajadas
para rasgar la garganta a la mar.
Zarpas malvadas arrasan la lar
alzada para las hadas aladas,
clavan las garras a las blancas hadas,
sangra la carta sacada al azar.
Falsas palabras arrancan la máscara,
la maldad llaga la cara tapada,
basta la sal para la ácrata faz.
La daga, calmada, mancha la sábana,
tantas navajas ya clavan la nada.
Bajan las almas, abrazan la paz.
matan al alba las almas cansadas,
la Parca arrastra más las carcajadas
para rasgar la garganta a la mar.
Zarpas malvadas arrasan la lar
alzada para las hadas aladas,
clavan las garras a las blancas hadas,
sangra la carta sacada al azar.
Falsas palabras arrancan la máscara,
la maldad llaga la cara tapada,
basta la sal para la ácrata faz.
La daga, calmada, mancha la sábana,
tantas navajas ya clavan la nada.
Bajan las almas, abrazan la paz.
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