Tengo
un charco de alperchín en la mirada,
dos lágrimas que están desorientadas,
y una musa de color
combatiendo el alcanfor
de mis palabras.
Sigo
latiendo como el día en que viniste,
con tu carita de muñeca triste,
a ponerme del revés
y ahora que ya no me ves,
mi dios no existe.
Pero ya me he dado cuenta
de que no soy un poeta
que pueda cantar canciones de la tuna,
soy un vago sin estrella
agarrado a una botella
que se va buscando en todas y en ninguna,
un chupito de carmín,
con aroma de alperchín,
tan amargo como el hueso de una oliva.
Ahora sé que no nací
para ser pobre e infeliz,
sino para defenderme panza arriba,
de los besos de una boca sin saliva,
y seguir de flor en flor mientras yo viva...
Lejos
de tus alas canallas ya no vuelo,
soy un dios con los dos pies en el suelo,
tan privado de su edén,
me perdí el último tren
hacia mi cielo.
Por los
butrones que horadaban los papeles
se ve la habitación de los hoteles
en los que yo te entregué
unas alas y un porqué
para que vueles,
Sobre
las manchas que calaban los colchones,
que huelen a alperchín y a corazones
entregados a sudar
donde te oí temblar
por mis canciones.
Pero ya me he dado cuenta
de que no me quedan letras
que consigan describir ni tu cadera,
al fin hice la maleta,
ya no puedo dar la vuelta,
mejor lejos y llorando que a tu vera.
Y aunque no sea feliz,
ni contigo ni sin ti,
mejor voy con un adiós que tus abrazos.
He entendido ya por fin
que borracho de alperchín,
no me duele recordar tu piel a plazos.
Soy un pobre corazón hecho pedazos
que aprendió sólo a partir de batacazos.
Lleno
de sangre y de mordiscos la almohada,
la luna me asestó otra puñalada,
cada herida un día sin ti,
tu nombre es la cicatriz,
que hay en mi espalda.
Rajan
mi piel filos de plata toledana
que rompen el cristal de la ventana,
me desangro en alperchín,
otra vez sólo a dormir
Y hasta mañana.
Pero ya me he dado cuenta...
1 comentario:
espero de corazón que no esté basado en hechos reales
B
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