Son dos metros cuadrados sin tu piel
un páramo de sombras, un desierto,
un féretro brutal donde caer muerto,
la espina seca y muda de un clavel.
Dos metros son un cuarto en un hotel
con vistas a una pista de aeropuerto,
son un hueco vacío en un concierto,
la nada entre mil folios de papel.
Y mientras mi abandono pide audiencia
al sueño más gastado de mi infancia,
me pierdo en esos dos metros cuadrados.
Tras el negro vestido de tu ausencia,
allí donde me hiela la distancia,
dos metros, sólo dos, son demasiados.