Caducan las palomas en el cielo
y estudio veinte excusas por motivo,
la tinta me silencia lo que escribo
y advierto alguna cana ya en mi pelo.
Por eso, aunque me niego y me rebelo,
el alma se me cierra por derribo
y el suelo de esta cárcel en que vivo
se olvida que jamás quiso ser suelo.
Soy reo en este sueño del barquero
que sueña con soñar con ser Caronte,
y vive preso eterno de su mito.
Así, en el antónimo del "Quiero".
Aquí, en lo contrario de horizonte.
Ahora, en el anverso de infinito.
30 ene 2015
5 ene 2015
Treinta rosas enlazadas
Rendido estaba, hundido en la negrura,
Entonces llegó un Ángel Salvador
Inmersa en una bruma de color;
No pude más que amarla con locura.
Toda alma la inundó con su blancura
Al tiempo que en su voz nació una flor,
Me dijo de enseñarme qué es "Amor".
En un beso aprendí la asignatura.
Seguí su bello rostro en el desierto,
En negros valles y ríos caudales,,
Seguí su voz a tierras prometidas.
Y justo al llegar juntos a buen puerto,
Alzó el vuelo sobre los mortales
Conmigo para unir nuestras dos vidas.
Obviando que es por ella por quien vivo,
No tengo para daré más que nadas,
Tan solo treinta rosas enlazadas
Internas en las líneas que le escribo.
Guardando las distancias y el motivo,
Otrora hubiera escrito en las calzadas
Tequieros fríos como mil espadas
En vez de abrirme el alma por derribo.
Quizás pueda algún día darle todo,
Un mundo más hermoso y mejorado
Inmune a la maldad de la otra gente.
En este instante solo tengo un modo,
Recuerdo el tiempo en que estoy a su lado,
Olvido el tiempo en el que ella está ausente.
Entonces llegó un Ángel Salvador
Inmersa en una bruma de color;
No pude más que amarla con locura.
Toda alma la inundó con su blancura
Al tiempo que en su voz nació una flor,
Me dijo de enseñarme qué es "Amor".
En un beso aprendí la asignatura.
Seguí su bello rostro en el desierto,
En negros valles y ríos caudales,,
Seguí su voz a tierras prometidas.
Y justo al llegar juntos a buen puerto,
Alzó el vuelo sobre los mortales
Conmigo para unir nuestras dos vidas.
Obviando que es por ella por quien vivo,
No tengo para daré más que nadas,
Tan solo treinta rosas enlazadas
Internas en las líneas que le escribo.
Guardando las distancias y el motivo,
Otrora hubiera escrito en las calzadas
Tequieros fríos como mil espadas
En vez de abrirme el alma por derribo.
Quizás pueda algún día darle todo,
Un mundo más hermoso y mejorado
Inmune a la maldad de la otra gente.
En este instante solo tengo un modo,
Recuerdo el tiempo en que estoy a su lado,
Olvido el tiempo en el que ella está ausente.
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