Crujió aquel viejo álbum que se abría
con fotos color sepia sin conserva
borrado el catecismo de Minerva
de aquella gran pizarra de Sofía.
Cantaban los relojes mediodía
y el niño ya soñaba con la hierba
soñando que su mano era la sierva
de algún fantasma antiguo que escribía.
Las frases que bordaban sus libretas
cosieron luego un libro por el lomo,
donde él guardaba aquellos universos.
Cerraron aquel álbum las saetas
de aquellos tres relojes de oro y plomo,
pero el niño aún siguió trazando versos.
22 jun 2009
21 jun 2009
40 grados
La luna no es de plata toledana
y el sueño llena de ángeles el cielo,
repican a difunto en pleno duelo
mil sombras de espadañas sin campana.
Y en esta cama ajena a la mañana
se funde a medianoche sobre el suelo
mi cuerpo como un plástico de hielo
que olvida su agotada forma humana.
Oculto entre las mantas sin color
se pierde entre mis labios el reproche
del techo de mis versos incendiados,
que escriben en mi piel con el sudor
el vértice que me une con la noche
y marca en el reloj cuarenta grados.
y el sueño llena de ángeles el cielo,
repican a difunto en pleno duelo
mil sombras de espadañas sin campana.
Y en esta cama ajena a la mañana
se funde a medianoche sobre el suelo
mi cuerpo como un plástico de hielo
que olvida su agotada forma humana.
Oculto entre las mantas sin color
se pierde entre mis labios el reproche
del techo de mis versos incendiados,
que escriben en mi piel con el sudor
el vértice que me une con la noche
y marca en el reloj cuarenta grados.
20 jun 2009
Yo me vuelvo al barrio triste
He seguido por los muros
una flecha que no existe,
yo me vuelvo al barrio triste
con los ángeles impuros.
Por atajos siempre oscuros
voy perdiendo mis pisadas,
descabalgo de las hadas
y mis huellas sobre el suelo
chapotean en el cielo
entre estrellas apagadas.
Yo me vuelvo a mis callejas
de baldosas amarillas
que ensuciaban mis rodillas
con dolor de heridas viejas,
y he robado las madejas
de hilo negro blanquecino
que bordaban mi destino
para darle otros colores
que he cogido entre las flores
y coserme otro camino.
Una senda diferente
por los mismos callejones
que guardaban las canciones
que me visten suavemente
de sonrisa irreverente
y desnudan al pasar
los recuerdos del solar
donde aquella vez me viste;
yo me vuelvo al barrio triste,
yo me vuelvo a mi lugar.
una flecha que no existe,
yo me vuelvo al barrio triste
con los ángeles impuros.
Por atajos siempre oscuros
voy perdiendo mis pisadas,
descabalgo de las hadas
y mis huellas sobre el suelo
chapotean en el cielo
entre estrellas apagadas.
Yo me vuelvo a mis callejas
de baldosas amarillas
que ensuciaban mis rodillas
con dolor de heridas viejas,
y he robado las madejas
de hilo negro blanquecino
que bordaban mi destino
para darle otros colores
que he cogido entre las flores
y coserme otro camino.
Una senda diferente
por los mismos callejones
que guardaban las canciones
que me visten suavemente
de sonrisa irreverente
y desnudan al pasar
los recuerdos del solar
donde aquella vez me viste;
yo me vuelvo al barrio triste,
yo me vuelvo a mi lugar.
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