De nuevo me encontró la nochemala
pintando mis poemas negro luto,
perdí yo veintiún gramos, peso bruto,
con el sonido infame de una bala.
Y tras vencer las sombras de la sala
se hundió en un sueño azul mi cuerpo enjuto,
y estuve siete horas y un minuto
colgando cisnes muertos por un ala.
Cubrió mi cuerpo una amplia telaraña
tapando incluso el miedo tan rastrero
del dedo que temblaba en el gatillo.
La Parca afiló dientes y guadaña,
y mi alma se escondió en el agujero
del vil metal ardiendo de un casquillo.
1 comentario:
vengo con dos monedas por ojos
que otros dias vieron musas.
Saludos.
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