Cuando yo bebo tequila,
bebe lágrimas mi almohada
y me abrazo con la nada
que me espera tan tranquila.
Cada sombra que desfila
ante mis ojos cansados
rememora mis pecados
mientras el cuarto da vueltas.
Las quimeras andan sueltas
y mis besos encerrados.
No sé quién cruzó el pasillo,
quién cayó sobre mi cama,
quién será, cómo se llama
el que aprieta ese gatillo.
Tras el humo del pitillo
reconozco mi figura
escondida en la negrura,
No soy yo, será mi espejo,
me amenaza mi reflejo
emboscado en mi locura.
Enfrentado ante mí mismo
no es posible un ganador,
mi dolor es su dolor,
mas no entiende el mecanismo.
Si yo caigo en el abismo,
él se estrella y nadie vive
y la mano que no escribe
se agarrota sobre el arma,
nadie da la voz de alarma,
mi alma empieza su declive.
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