Para Sergio
Vuela,
que en el nido se abrazan las sierpes,
y no hay a ras de suelo
más que las huellas de ovejas perdidas.
Vuela hasta que el viento duela,
sin que los dioses puedan pedir explicaciones
ni las nubes emborronar tu destino
que tal vez sean etéreos los rayos de luna,
pero las manos del sol aguantarán tus pasos.
Vuela porque arriba, en lo alto de una pluma,
dejaré colgados los poemas que te debo
y un almanaque de los sueños pasados.
Recoge pues de mis manos las palabras,
y échate a volar.
Vuela,
sin miedos, ni sombras, ni saetas de reloj, ni miradas atrás,
vuela frente al camino cansado
del execrable rebaño de los que sólo sabemos correr.
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