Prisionero de esta luna desnatada,
enhebro las agujas de un reloj
con esta negra cadena
de eslabones partidos por la mitad.
La madrugada se ha hecho un hueco junto al hueco
de la silueta de mi sombra en la pared,
y una gota de sangre claudica
ante este año que muere y creí mío.
Comenzaba el invierno
cuando se escurrió entre mis dedos,
como arena de playa
o agua de mar.
Mientras, un dios de dos cabezas
que devora los trenes de mis sueños
en una estación vacía
permanece y abarrota mis bolsillos
de números primos menores que cero
y de relojes de saetas y grilletes
que sólo dan la hora
dos veces al día.
Quisiera deshacerme de mi sombra anciana
y del tictac de esta historia interminable
que no tiene pensado
vestirse de azul para el final,
pero el mercader del invierno que alquilaba mis sueños
está preso por desfalco en si bemol.
Y entre dioses paganos, mercaderes,
sombras, cadenas, números, relojes,
lunas, saetas, trenes, madrugadas,
comienza el invierno
y se me escurre entre los dedos,
como el aire de enero
o el sueño de no ser.
2 comentarios:
Con la urgencia y premura que parece tener el reloj de tu vida que suerte que tú sigas siendo tú
B
Con la urgencia y premura que parece tener el reloj de tu vida que suerte que tú sigas siendo tú
B
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