Se duermen sobre mi cama
cuatro lirios soñolientos,
son uno por cada esquina
y dos por cada silencio.
De las mantas que los cubren,
en jirones harapientos
voy a hacerme una bandera
que agitar desnudo al viento.
Y si la noche da coces,
o si el día nace enfermo,
viajaré con mi bandera
hasta el fondo de mis sueños,
donde abrace las estrellas
y la ausencia sea un perro
que no muerda aunque me ladre,
yo ya sólo oigo mi pecho
subido en un campanario,
repicando por un muerto
que hasta ayer estuvo vivo
y del que hoy quedan los huesos.
Se duermen sobre mi cama
cuatro lirios soñolientos
desnudando las mentiras
que vestí de mis recuerdos.
y en la franca comisura,
en la curva de tus besos,
sólo quedan despedidas
disfrazadas de ”hasta luego”,
que queman y hacen herida,
que encostran la piel a fuego,
que duelen como me duele
recordar cuando era viejo.
Cuatro lirios se marchitan
junto a dos frágiles cuerpos
aplastados bajo un lunes
con sabor a cementerio.
Hoy mis venas no descansan,
esta noche estoy despierto
porque duermen en mi cama
cuatro lirios soñolientos.
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