De noche, por la boca muere el pez
de hielo que naufraga en mi cubata,
y escuece el arañazo que una gata
dejó sobre mi espalda aquella vez.
Se trata de escapar de la estrechez
y entrar en la cantina más barata
buscando en caderas de mulata
remedios contra el tedio y la vejez.
No compro los orgasmos a la luna,
y me veo como un lirio entre los cardos
cocidos de aliñar la sopa boba.
De noche, cuando el sol se va a su cuna
yo salgo al revés de los gatos pardos,
mezclando entre Sabina y Casanova.
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