Tengo una luna nueva en cada esquina
para olvidarme de los besos que me debes,
y una lápida desgastada en forma de corazón.
Pero la noche en mi cuarto es un coro de espejos
que me devuelven al vacío de mi espalda,
y un rosario de espinas que llevan tu nombre
y no me dejan soñar
ni lamer mis heridas.
Ayer un ángel se ahorcó en mi hombro,
dos demonios huérfanos le lloran.
Sigo sospechando de la sombra de un recuerdo.
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