Hoy he vuelto a ese parque
donde mi vida siempre estuvo en calma,
donde hay miles de mis sombras agazapadas,
millones de ecos de mí antes de ti.
Quizá buscaba hablar con las briznas de hierba
y las cálidas flores,
y las tristes palmeras,
que no te hubieran conocido.
Pero tan solo encontré tu nombre limpio
grabado en las baldosas amarillas,
tu aroma hecho figura emborronada
saliendo del esqueleto de las hojas,
y una daga introducida en mi costado
con el nombre de las hiedras de tu ausencia.
Cada paso que he copiado de mis fotos
se teñía del color de tus zapatos
y en las suaves huellas de mis años
tan solo encontré recuerdos tuyos.
Mañana volveré a ese parque
donde mi vida siempre estuvo en calma
y espero volver a encontrarte.
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