La reina de los náufragos sin tierra
se adorna en el espejo de la orilla,
la espuma, blanca y triste, se arrodilla,
enfrente de esa diosa que le aterra.
Espera con paciencia alguna guerra
entre el viento y el mar, y se maquilla,
soñando que su cuerpo eterno brilla
quizás más que el amor que en él encierra.
Se asoma ya al balcón de la marea,
guardando su pasión mientras desea
que un nuevo Ulises llegue hasta su arena
¿Qué humano atracará entre sus dos playas
perdiendo la razón y las batallas,
hundiéndose en su piel sin ver su pena?
1 comentario:
Calypso yo no soy otro Odiseo,
el hombre que aquí ves no es quien tú crees,
cuando hagas realidad lo que desees
calibra con cuidado tu deseo.
Arribo a tus orillas donde Heracles
abrió en un arrebato los pilares,
Calypso, ya tus juegos malabares,
no envuelven mi razón en tu debacle.
A este mar, a tu mar, a tu marea,
y al viento que tus lágrimas orea
le debo esta manera de estar vivo.
Acepto azules y rechazo grises,
lo siento pero yo no soy Ulises,
mi canto es este y es definitivo.
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