El cuchillo de cortar el pan
resbala de sangre seca
y gotea sobre un dos de picas.
Me duele la cabeza de mitos mal curados,
y late bajo mi piel una tijera de puntas abiertas.
Desguazado de gotas de lluvia borracha
y del color insensato de un humo cazalloso
vuelvo a perder de mano con tus besos.
Me he roto en las esquinas de la noche
buscando una pareja de corazones,
tal vez un seis de diamantes
en el fuego irreverente de tus ojos.
Y cada vez que me besas,
me duele guardarme bajo la manga
solamente un dos de picas.
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