Cuando no mirabas,
una paloma dibujó en el aire
dos nombres enredados
y los dioses se hicieron dueños de mi silencio
Una montaña, breve como un latido,
abrió su boca para no decir nada
asustando a los caballos que subían por mis manos.
Cuando no mirabas,
susurré un "te quiero" tan bajito
que resonó por todos los campos,
trepó por todos los muros,
y se hizo un eco presuroso
por las callejas incansables de la ciudad.
El mundo se hizo pequeño,
ínfimo como una diminuta gota de rocío fresco
y explotó de nuevo,
cuando no mirabas,
para que no te enterases de que había muerto,
porque no lo mirabas.
También yo, alegre y taciturno,
a la vez y como siempre,
dejé de existir en un instante
fuera de tus ojos
y mis palabras más vacías
desaparecieron en el tiempo.
Pero luego me miraste
y mis labios esbozaron un nombre
dulce, ligero y soñoliento,
meciéndose en ese mar
que no nos abrazaba,
ni nos tragaba,
ni nos hundía,
ni nos amaba.
Pero luego me miraste
y todo recuperó su calma.
1 comentario:
me gusta mas el Caronte luminoso que el oscuro, asi que: precioso
B
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