Para K. J. W. E.
El verdadero hombre del corazón blanco
El hombre del corazón blanco
tiene una memoria de juncos en la espalda
será que le pesan la vida
y los golpes.
Vida que le duele del mismo modo
que al mundo le duelen las guerras
pero a pesar de todo aún guarda
la limpia mirada azul de un chiquillo
que mira todo con ojos nuevos.
El hombre del corazón blanco
sueña, y sonríe al soñar,
con alas de gaviota que lo elevan en el aire.
Sueña, y llora al soñar,
con patas de elefante que le pisan en la nuca.
Ha sobrevivido a los inviernos
y a los veranos
y en un rincón de su mirada
guarda recuerdos de nieve
y de infiernos sepultados,
que parecen tan dolorosos
que da miedo siquiera susurrarlos.
El hombre del corazón blanco
sonríe al apurar su cerveza
y baila en su soledad
de monje franciscano
cerrando la puerta un mundo
lleno de odios ensordecedores y mentiras atronadoras.
El hombre del corazón blanco
tiene el alma de niño,
la mente interminable,
y una sonrisa sincera
solo para quien la merece.
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