Callaron ya los ecos animales
de piedras que negaron las tres veces
que me dieron por muerto ante los jueces
después de hundir mi espalda en cardenales.
Me echaron a las fosas abisales,
jamás supieron que en las estrecheces
del lecho compartido con los peces
de mi pecho brotaban mil rosales.
Y cada flor se abría con un grito
y su espina clamaba por vendetta
gritando un nombre nuevo como Edmundo
Tal vez he muerto, pero resucito,
renazco nuevo, fijo hacia mi meta:
vencer mi nueva guerra contra el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario