Guardé lo que yo soy entre las hojas
de libros que olerán a nicotina
con páginas dobladas por la esquina
y notas en el margen siempre rojas
Vestí mis nuevas pieles de congojas,
de intrínsecas tristezas de cantina
hundidas en un mar de tinta china
que nunca llegará a donde te alojas.
Quizá un día, leyendo por instinto,
veré al yo que he sido, tan distinto,
del viejo que se pierda en poesías,
Que no distinguiré mi propio grito
y olvide que hasta el punto yo lo he escrito
pensando que jamás me olvidarías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario