Cuando la nada muerde los papeles
y en cada historia se esconde un silencio interminable,
bajan los ángeles negros
y rompen el mundo hasta dejarlo a su antojo.
En la Tierra queda un eco
que se esconde entre las grietas de los muros
y en la insondable levedad de las telarañas,
que atrapan sueños escalofriantes
y maravillosas pesadillas
cada noche.
En la Tierra queda un eco
lleno de bilis y saliva,
que arde invisiblemente
y se va alimentando de lo que nos arrebataron
sin que nosotros lo supiéramos.
En la Tierra queda un eco
y un ejército de maniquíes vacíos
que olvidaron sin quererlo
su lección de ser humanos,
su elección de ser humanos.
En la Tierra queda el eco
y el miedo, siempre el miedo,
a que vengan los ángeles negros.
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