Porque la vida no tiene secuela,
porque el destino es el jefe más duro,
porque el dolor es helado y oscuro,
porque ya nada resopla en mi vela.
Porque la mano que firme mi esquela
será la misma que escribe este impuro
desiderátum que vuelvo en el muro
donde mi sangre derrama y se hiela.
Porque yo soy, y después del infierno,
seguiré siendo quien dicta mi senda
aunque el camino se torne salvaje.
Ni ante el temible portón del Averno
ni aunque el Diablo me adule y entienda,
decidirán sobre mi último viaje-
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