Non, rien de rien
non, je ne regrette rien
Sonará una voz francesa
en la rampa de salida,
una voz rasgada, herida,
que olerá a campos de fresa.
Al subir a mi calesa
tendrá solo su importancia
esa lágrima de Francia,
ni el bien que me hayan hecho,
ni el mal que me ha deshecho,
ni mi última instancia.
Volveré al mismo camino
con las huellas invertidas
y asiré otra vez las bridas
para hundirme en mi destino,
esta vez sin el cetrino
manto plúmbeo que lastraba
mis pisadas por la grava
cuando entré en aquel gigante
postrer círculo de Dante
con dos golpes de la aldaba.
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