Si me emborracho con la lluvia,
si me pierdo en las esquinas
y la luna me deja de gustar,
rompe a pedradas mi jaula
y enséñame lo que fui.
Si me atrapan los relojes
y empiezo a creer en el amor eterno,
o me prendo flores de barro en las solapas
que huelan a alcanfor y a mala sombra,
cuéntame al oído un verso
que haga estremecerse a los cipreses.
Porque no quiero fichar a mediodía
ni estrellarme en el cristal de una pecera
si allí fuera el viento ruge
y cuenta mentiras en las que creer.
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