Aunque el mundo se conjure contra ti
y contra mí,
y las rosas mustias no sepan de regalos,
siempre tendrás cuna entre mis brazos.
Y aunque la luna no quiera coronar tus noches,
ni en la bruma tibia de tu respiración
mi nombre encuentre sitio,
tendrás siempre un espejo de agua dulce
en el fondo blanquiazul de mis pupilas.
He vestido mis sueños de tu mirada,
y ni el viento más desatado
podrá ya frenar mis alas viejas.
Descuida, que el camino está de mi lado,
y no hay distancia suficiente
que no pueda recorrer desnudo
para volver a ti.
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