Los muros son infiernos verticales
que escriben cuentos de sangre y dolor,
historias donde pierden el valor
la carne y los instintos veniales.
Aquí nadie se fija en los rosales
que ríen para estar por siempre en flor
y roban al ocaso su color,
cansados de vestirse de retales.
No hay flores entre las paredes viejas
de ingrávidos ladrillos tenebrosos
por donde se derraman soledades.
Jamás pegará el sol sobre las rejas,
que apuntan a los cielos milagrosos
que huelen a piedad y a libertades.
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