Hoy que he mirado hacia abajo
tras el borde del abismo,
y llevo todo el día viendo cómo bailan sobre mi tumba
un par de cuchillas de afeitar,
me he dado cuenta de que sólo tengo
un inventario de puertas cerradas.
No voy a mentirte,
las sombras son altas como molinos de viento,
y creo que nadie me espera al final del capítulo,
allí donde deja de oírse
el aullido que cada noche me desvela.
Vuela hacia mí,
busca nuestros nombres en las cenizas que algún día nos unieron,
acúname con tus alas de ángel,
y dime un "tequiero" tan bajito
que no lo escuchen ni las moscas de mi cuarto.
Vuelve hacia mí.
Hoy más que nunca,
te necesito.
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