El día que se levante
tanta tinta malgastada,
perdida,
derramada entre mis folios,
con la irreverente vanidad de las heces escritas
que no saben lo que son...
el día que se levante, y se enfurezca,
y me ahogue en ella,
¿Quién acudirá a mi tumba
y regará las flores con lágrimas y no con orín?
Tú que sabes que no soy sólo letras escritas,
¿Serás capaz de encontrar mi tumba?
La esconderé de mis enemigos,
y sólo los que me conocen de verdad sabrán dónde buscarme.
Sé que llegará un día en que mis versos
arruinarán mis orgasmos,
y cogerán entre letras aladas mis besos
para que no pueda alcanzarlos.
Pero será peor el día que una palabra
me atraviese el pecho y me reviente el corazón,
pero no pienso escupir sangre
habiendo tinta negra entre mis labios.
Tal vez mis últimas palabras
salgan escritas de mí,
y acaben desmayadas sobre la arena.
Escritas y desmayadas.
Grabadlas con martillo y cincel,
con zapato y escalpelo,
en la absurda superficie de mi lápida,
aunque sólo sea un grito desesperado.
Necesito algo para leer
si voy a pasarme la eternidad mascando tinta
entre paredes de madera
y muros de fuego..
Sólo quiero que si algún día,
cuando en el futuro los versos se hayan levantado,
encuentras mi tumba
me dejes unas flores.
No quisiera crisantemos,
prefiero margaritas que me permitan
deshojar, lentamente, el infinito.